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LAS PILCHAS GAUCHAS
La tradición o tratar de encararla, es pura historia, la de nuestro pasado y tal como fue en realidad, y a enojo de muchos "Tradicionalistas", han creado un traje gaucho más de utilería que real, un traje que llena los ojos del espectador, pero atenta contra la verdad y crea un concepto equivocado del mismo.

Debe tenerse en cuenta que eran los menos los gauchos elegantes, el común se vestía con botas de potro, calzoncillos cribados, camisa de mangas largas holgada con puños y chiripá, la que luego cambió por la bombacha por su comodidad, sostenido por el ceñidor o la faja, cubriéndola con un cinto de cuero o chanchero adornado de monedas, cerrado por delante con una "rastra", un chaleco que no llegaba a la cintura, que se prendía con dos o tres botoncitos de metal precioso; una chaqueta (no la corralera, que es muy posterior) corta, que quedaba abierta en su parte delantera y dejaba ver el chaleco, parte de la camisa y la rastra, y claro, un pañuelo al cuello y otro para sujetar el cabello que en ese y tiempo se llevaba largo con trenzas y hasta peinetas como las damas.

Completaba su equipo un sombrero de alas angostas y copa alta, en forma de cubilete de dados, imprescindible el poncho, el cuchillo, las espuelas y el rebenque, prendas que no abandonaba mientras estaba de a pié.

Para finalizar hubo con el correr del tiempo, y hasta contemporáneo a cada época, gran cantidad de modelos y cambios, pues el gaucho usó bragas o calzón corto, pantalón y chaqueta de tipo español, sombrero de paja de los llamados panamá, boina con un borlón que cae a un costado y así hasta el infinito.

Así pues el hombre de la llanura la llamó "pilchas" a todas las prendas de vestir y el recado, en cambio el serrano la denominó "calchas" que incluye la ropa de cama y agrega la de "cacharpas" para las del apero.

La "bota de potro": es, por excelencia la más típica de las prendas gauchas. Su nombre se debe a que estaban hechas de cuero de potro; podían ser tanto de caballo, yegua o potrillo, aunque se daba preferencia a los animales desarrollados, pues ese material resultaba de mayor duración.
Para hacerlas, se sacaba entero el cuero de las patas traseras de un potro; una vez limpios de todo pellejo y bien sobados, esos tubos de cuero, con la parte del pelo hacia afuera -dejándolo o afeitándolo, a gusto de su dueño- se amoldaban a las piernas y pies del hombre; el ángulo que forma el garrón servía de talonera, y la parte superior, ajustada con un tiento o liga, de caña.
Las puntas de la bota se dejaban, a veces, abiertas totalmente o en parte, y por esa abertura salían los dedos de los pies, que los jinetes llevaban desnudos para estribar "entre los dedos" o sea de acuerdo con las costumbres de aquella época.
Una bota similar a la descripta, menos frecuente, pues sólo la usaban los gauchos ricos o elegantes que resultaban caras y poco durables, era la que se confeccionaba con cuero de tigre o gato montés, dejándole el pelo con todo su colorido.
Se prefería la piel de caballo blanco por su aspecto delicado semejante al pergamino.

Calzoncillos cribados:
El calzoncillo, cuyos perniles blancos eran casi tan anchos como una enagua, tenía en la parte inferior, la que salía por debajo del chiripá y cubría las piernas hasta los tobillos, flecos y una serie de bordaditos calados o cribos; estos cribos son los que dieron original nombre de "calzoncillos cribados".Por lo general de hilo o lienzo.



Chiripá:
El "chiripá", cuyos antecedentes le asignan un probable origen indio, es una especie de manta, muy parecida al poncho y hasta se afirma que los primeros "chiripaes" no fueron otra cosa.
En la lengua quichua, significa "para el frío".
Las orillas se ribeteaban con trencillas, y los colores vivos, a que fueron tan afectos los gauchos, eran frecuentes, ya en un tono uniforme, ya en franjas o listas longitudinales.
Al igual que el poncho, el chiripá de vicuña (rumiante de la región cordillerana, que produce lana de excelente calidad) era expresión de riqueza y buen gusto, lo mismo ocurría con el merino negro.
El vistoso chiripá no se usó en los primeros tiempos, y puede asegurarse que como traje característico no figura sino desde 1780 en adelante.


Ceñidor-Faja:
El chiripá se sujetaba con el ceñidor o la faja. El ceñidor, de seda o lana y vivo colores, tenía cierta diferencia con la faja; era más angosto y, una vez ajustado, con una o dos vueltas a la cintura, se anudaba y las dos puntas, terminadas en borlas, caían atrás, adelante o a un costado hasta una distancia de una cuarta más o menos.
En cambio, la faja de mayor número de vueltas a la cintura del hombre y sus extremos se introducen en los dobleces de la misma, un nudo alguno y, a lo sumo, dejando ver los flecos de su terminación.





Chanchero y rastra:
El "Chanchero", llamado así por estar hecho, de preferencia, en cuero de chancho o cerdo, de superficie graneada, que contribuye a su mejor aspecto, era un cinto de anchura variable, provisto de dos o tres bolsillos y adornado con monedas de plata -los patacones, reales y medios, que circulaban antiguamente- y también de oro, las onzas o pelucones, bolivianos, cóndores y, en modo especial, la libra esterlina inglesa, de curso corriente en nuestra campaña.
Este cinto podía ser de una sola pieza, o de dos y prendido atrás con una o más hebillas, a efectos de graduarlo, según la cintura de quien lo usara.
La rastra, que cerraba su parte delantera, es una de las prendas gauchas que subsisten aún y quizá la que goza de mayor aceptación. Reemplaza la hebilla común de nuestro cinturón y consiste en una chapa de metal -níquel, plata u oro- de diversas formas, unas veces grabado y otras calado, monogramas hasta el nombre del dueño.
De argollitas soldadas en la parte inferior de la chapa, salen repartidas por mitades, a derecha e izquierda, ramales -cadenitas o trabas articuladas- terminados en una especie de botón que suele ser una moneda de plata o de oro, un escudo, una flor, etc.; estos botones se abrochan en los ojales correspondientes en los dos extremos del cinto, con lo que este queda sujeto y cubre el ceñidor o la faja.

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